09 abril 2006

3. INDIVIDUO Y SEXUALIDAD


INDIVIDUO Y SEXUALIDAD
Unidad 3

Objetivos
Analizar la sexualidad como una dimensión constitutiva del desarrollo personal.
Evaluar comportamientos e informaciones, aplicando conceptos relativos a procesos psicológicos y psicosociales.

Contenidos
La sexualidad desde la perspectiva psicológica: la sexualidad como parte constitutiva del desarrollo individual. Desarrollo de la sexualidad humana.
Sexualidad y cultura. Sexo y género. Diferencias de género en la sexualidad. Identificación y discusión de algunos tabúes y mitos frecuentes sobre la sexualidad.

Aprendizajes esperados

1. Sexualidad, identidad y género
Analizan la dimensión psicológica de la sexualidad: la identidad sexual.
Identifican y analizan situaciones y creencias culturales que dificultan una relación equitativa entre los sexos.

2. La elección de pareja
Identifican distintas motivaciones y expectativas que influyen en la elección de pareja.
Reconocen aspectos que influyen en la elección de la pareja adecuada y aquellos que dificultan la mantención de ella.
Reconocen en la relación de pareja la vivencia de valores como: respeto mutuo, responsabilidad, fidelidad, perseverancia, tolerancia, entre otros.
Identifican las principales etapas en la formación y desarrollo de la relación de pareja estable.

3. Sexualidad adolescente responsable
Identifican valores, conductas y actitudes que se asocian con la sexualidad responsable en la adolescencia.
Desarrollan capacidades que les orientan hacia una toma de decisiones responsables en relación a la propia sexualidad (capacidad de anticipar y analizar consecuencias, búsqueda de información, identificación de situaciones que pueden influir en la decisión).
Adquieren un concepto de paternidad y maternidad responsable y lo vinculan al proyecto de vida.
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GUÍA 1
La sexualidad humana

La sexualidad es una dimensión fundamental de nuestro ser personal. Esta se desarrolla a lo largo de toda nuestra vida, por lo que decimos que es dinámica. Además de los aspectos biológicos y psicológicos, los factores socioculturales tienen un papel muy importante en esta transformación; su influencia puede ser positiva y propiciar el desarrollo íntegro, pleno, de la persona, ser un vehículo de crecimiento y expresión personal, o por el contrario, restringirlo y coartarlo.

A diferencia de lo que muchos piensan, la sexualidad humana no sólo abarca las relaciones sexuales, los contactos eróticos y la reproducción. Está vinculada con casi todas las áreas de la vida y, por lo mismo, su aceptación y sana vivencia influyen positivamente en la vida general de la persona. La sexualidad es sólo un elemento esencial de nuestro desarrollo y de nuestra identidad. Ella constituye una forma de expresión de nuestro ser y de nuestros sentimientos más íntimos y una forma y un proceso de comunicación. En la vivencia de la sexualidad ponemos en juego los valores que están en la base de nuestro proyecto de vida.

El ser humano es un todo cuyas partes interactúan; la sexualidad es una de ellas y por eso es necesario entenderla de una manera global y como un aspecto inherente a la persona. No es posible aislarla del resto del individuo, ni entenderla como privativa de las personas que mantienen relaciones sexuales coitales.
La sexualidad supone, expresa y participa del misterio integral de la persona. De allí que no se la pueda entender desde una visión reduccionista. Su carácter integral y plurivalente es un rasgo específico y característico. Por ello es necesario aproximarse a su comprensión considerando las distintas dimensiones que la componen:

Dimensión biológica: las diferencias entre el varón y la mujer se imponen por una serie de caracteres morfológicos, sin embargo la distinción biológica entre el hombre y la mujer es mucho más compleja que la configuración descriptiva de la genitalidad. De tal modo que el sexo biológico contempla 5 categorías básicas: la configuración cromosómica; el sexo gonádico; el sexo hormonal, la estructura reproductiva interna y la genitalidad.

Dimensión psicológica: la sexualidad en el ser humano no se limita a ser una “necesidad” (dimensión biológica), sino que se expande en el camino del deseo (dimensión psicológica) llegando a ser vivencia y comportamiento sexual humano. La dimensión psicológica introduce el sentido en la sexualidad humana;.Entre las categorías que incluye esta dimensión está la identidad sexual y el desarrollo sexual.

Dimensión sociocultural: el ser humano es un ser cultural también en su sexualidad; porque tiene una historia, es una historia y construye historia. La tradición la alcanza en la cultura en que vive. Se hace parte de esa historia cuando la asume conscientemente y construye su historia cuando asume la responsabilidad personal y colectiva como ser social frente al momento presente. Existen una serie de espacios y canales de socialización de la sexualidad humana. Entre los más importantes están la familia de origen, la escuela, el grupo de pares, la religión, las normas sociales, los medios de comunicación.

Dimensión ética-filosófica: La sexualidad no es un concepto “abstracto”, la sexualidad se vive, se pone en acción y se juega en las experiencias de la vida diaria, en lo cotidiano. La dimensión ética parte de la noción de la persona, hombre y mujer, como valor en sí misma. Esta va asumiendo a lo largo de su vida diversos valores y se convierte, por lo tanto, en una portadora de ellos, los cuales también jerarquiza a la luz de sus experiencias y vida personal. Constantemente está revisando sus valores y replanteándose su jerarquía, lo que lleva a conformar su conciencia. La ética se convierte así en el contexto valorativo que orienta el ser y el actuar de la persona. Desde allí hace sus opciones y le da un sentido a su vida. En el plano de la sexualidad es justamente la dimensión ética la que en última instancia define cómo va a ser esta vivencia en el individuo. Esto quiere decir que los valores asumidos por la persona se ven reflejados en sus actitudes, sentimientos y comportamientos respecto de lo sexual.

Fuentes:
- Mónica Silva R. (1996). Sexualidad y adolescencia, Tópicos en Psicología. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile.
- Tony Mifsud (1989). Reivindicación ética de la sexualidad. Ediciones Paulinas-CIDE. Santiago de Chile.
- Julia Marfán y Gloria Rojas (1999). La educación en sexualidad como objetivo transversal. Editorial Tiberíades. Santiago de Chile.
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GUÍA 2

Identidad sexual: la personalidad femenina y masculina

Dentro del concepto de identidad personal hay una dimensión importante que es nuestra identidad sexual y que resulta interesante de analizar como una dimensión separada, si bien esta separación es artificial, puesto que nuestra sexualidad forma parte integral y constitutiva de nuestra identidad personal: somos hombres y mujeres desde el momento de nuestra concepción y aprendemos a asumir nuestra identidad sexual a lo largo de nuestras vidas.

Nuestra identidad sexual parte desde el momento mismo de la concepción, en el mensaje genético de la unión del óvulo con el espermio. Al nacer la guagua, la primera pregunta que todos formulamos es ¿fue varón o mujer? A medida que el niño o la niña crece, irá adquiriendo las características propias de su sexo a través del aprendizaje que se da primordialmente en la familia y a través de los modelos de ser hombre y mujer que le presenta su ambiente. Los roles asociados al sexo femenino o al masculino en nuestra sociedad difieren entre sí. Así, la dulzura, la suavidad y la ternura son características “deseables” para las niñas y la brusquedad y la agresividad son mucho mejor toleradas cuando las manifiestan niños varones. Los niños aprenden a comportarse “como hombres” y “como mujeres”, a través de la imitación y la identificación con el progenitor del mismo sexo. Los padres, la familia y la sociedad en general refuerzan el que se aprendan las conductas que se asocian al propio sexo. O sea, las niñas reciben la aprobación por comportarse “en forma femenina” y los niños reciben aprobación por comportarse “de forma masculina”.

Por tanto puede afirmarse, en términos generales, que las identidades femenina y masculina están influenciadas por la carga biológica de los individuos al nacer y por las experiencias de aprendizaje que se dan en relación al ambiente, a los padres y a los adultos importantes en la vida de niños y niñas. En este sentido es interesante señalar que las prácticas de crianza infantil difieren entre culturas y también en el tiempo, y lo que resulta deseable en determinada sociedad no necesariamente lo es en otra”.

Fuente: Mónica Silva R. (1996). Sexualidad y adolescencia, Tópicos en Psicología. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. Págs. 25 y 26.
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GUÍA 3

Somos psicosocialmente sexuados

No sólo somos biofisiológicamente sexuados, sino que también nuestro psiquismo, toda nuestra organización social y nuestra cultura son sexuados.

Desde el nacimiento asignamos nombres, vestidos, juguetes, actividades, etc., sexuados. Incluso se nos supone una manera de ser, aficiones, pensamientos y deseos sexuados. Antes de que el niño o la niña tomen conciencia de su identidad sexual, le asignamos un rol sexuado que afecta a, práctica-mente, todas las dimensiones y actividades de su vida. Todas las sociedades y culturas asignan actividades específicas al hombre y a la mujer, aunque lo hacen de forma, a veces, muy distinta. Estas asignaciones no se basan, en general, en diferencias biológicas, sino que, en la mayoría de los casos, se basan en formas de funcionamiento social que se han cristalizado a lo largo de la historia.

Hacia los dos y tres años, niñas y niños toman conciencia de su identidad sexual (se autodefinen como niño o niña) y, simultáneamente, comienzan un proceso de aprendizaje e interiorización de las funciones que la sociedad considera propias de la niña o del niño (roles de género).

La identidad sexual: soy hombre o soy mujer, pasa a ser una categoría permanente de los juicios que el sujeto hace de sí mismo, tal vez la más importante, y el rol de género, aquel que más define la vida de las personas a lo largo de su ciclo vital. ¿Qué otra cosa cambia más la forma de estar en el mundo que el hecho de ser hombre o mujer?

También desde edades muy tempranas, los 3 y 4 años, niños y niñas manifiestan intereses sexuales, se autoexploran, hacen preguntas, se observan, construyen sus propias teorías sobre su origen, la reproducción, etc., y ponen de manifiesto conductas sexuales a través de los juegos y otras conductas. Es decir, expresan en conductas su sexualidad. La conducta sexual es una de las conductas humanas más significativas en todas las edades de la vida, sea cual sea la forma concreta que adopte en cada sujeto.

A la conducta sexual observable subyacen los deseos, los sentimientos y las fantasías, que son elementos fundamentales de la psicología sexual. Estos se especifican y consolidan en la pubertad y permanecen a lo largo de todo el ciclo vital. Por tanto para entender la sexualidad, no basta con conocer la anatomía y la fisiología sexual, sino que es necesario tener en cuenta también la psicología sexual y la cultura en la que el individuo vive”.

Fuente: Félix López y Antonio Fuertes (1990). Para comprender la sexualidad. Editorial Verbo Divino, Navarra
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GUÍA 4


Marca con una F aquellas actitudes que generalmente se asocian con lo femenino y con una M aquellas que se tienden a asociar con lo masculino:


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GUÍA 5

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GUÍA 6

Entrevistas sobre el amor

• ¿Sobre qué cimientos se estableció esta relación (de pareja) y cómo fue evolucionando?
-“Yo creo que se estableció sobre el cimiento más sólido que es el absoluto desinterés. Y sobre la base de compartir una pasión, en este caso la literatura. (...) El amor es reconocer la mitad del alma. Sin juzgar ni ser juzgado, sin sojuzgar o ser sojuzgado. Algo completamente fluido y natural.” (María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges).

• ¿Qué importancia ha tenido Matilde, su mujer, en su vida?
-“Sin ella no habría publicado nada, habría quemado todo lo que he escrito y tal vez me habría suicidado. Se escapó de su casa a los 17 años, para venir conmigo. Pobre. Ha sido y es el puntal de mi existencia. ¡Es el amor más grande y más perdurable que he tenido! Hace más de medio siglo que vive conmigo, que me aguanta, que me lee, la primera que critica lo que escribo y ahora lo que pinto. Su semi-invalidez ha aumentado todavía mi amor por ella”. (Ernesto Sábato).

• ¿Cuál es su concepto del amor?
-“Si hablamos de amor de pareja, creo que en eso funciona un elemento químico muy misterioso. ¿Por qué uno ama a esa persona y a ninguna otra? Joseph Campbell dice que los individuos nacemos incompletos y que el amor nos reúne con la otra mitad y nos convierte en una unidad. Es algo del espíritu, del alma. Pero también el amor se cuida, se nutre, para que no se muera, para que crezca. Yo no quiero vivir sin amor. Sin amor no puedo escribir, no puedo ser”. (Isabel Allende).

• ¿Usted toma la vida también como una navegación?
- “¡También! El matrimonio, especialmente, es como subirse a una embarcación. Yo me he casado dos veces. Mi primera mujer se murió de cáncer en mis brazos. Y después vino solamente Eliana. Llevo 47 años casado con un ángel. Mi mujer es mi apoyo fundamental en la vida. Cuando yo me siento nervioso la llamo, le tomo la mano, me la pongo en el corazón y le digo: ¡Ayúdame! (Desamparado). Y como ella es más joven que yo, voy a morir en sus brazos. He dejado de hacer algunas cosas que me hacen mal por amor. La amo más que a la cal de mis huesos, como dice la Gabriela Mistral. Por eso digo que el matrimonio es como un embarque del cual no hay que bajarse nunca...” (Francisco Coloane).

Fuente: Escritores de América: 31 Entrevistas, Edit. Los Andes, Santiago, 1993.
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GUÍA 7
El impulso sexual en la adolescencia

Durante la adolescencia aumenta el impulso sexual, el cual puede alcanzar gran intensidad. Al principio el impulso tiende a estar dirigido principalmente hacia el logro del propio placer. Después irá evolucionando, desde una búsqueda de la propia satisfacción, hacia una sexualidad que se completa en el salir de sí mismo hacia el encuentro con el otro.
Existen diferencias en la manifestación del impulso sexual entre muchachos y muchachas, las que se deben tanto a diferencias biológicas, como a lo que se espera culturalmente de cada uno. En los muchachos el impulso se expresa más genitalmente, la excitación ocurre más rápido debido, en parte, a que sus genitales son externos y a la acumulación de semen. Por ello el joven necesita aprender a no dejarse llevar por sus impulsos sexuales como si éstos fueran una urgencia que necesita ser satisfecha inmediatamente. En cambio, en las muchachas el impulso se expresa más en la búsqueda de la ternura y el amor romántico y se presenta de manera compleja, envuelto en su afectividad; la mujer es muy sensible al tacto (le gusta que la acaricien) y al oído (le gusta que le digan cosas románticas). Basado en estas diferencias, se han desarrollado pautas culturales distintas para hombres y mujeres, las que conllevan un doble estándar. Por ejemplo, hay más tolerancia para que el muchacho viva aventuras sexuales sin reparar mucho en las consecuencias que éstas puedan tener. En el caso de las niñas, en cambio, por una parte se estimula el romanticismo y la idealización del sexo opuesto y, por otra, se le deja bien claro que es ella la responsable de cuidarse de que no le pase nada. En el caso de las niñas no se habla respecto de su deseo sexual.

Es importante que los adolescentes conozcan que cada persona tiene distintos niveles de “resistencia” ante el estímulo sexual y que es necesario aprender a reconocerlos, puesto que aquello permitirá que la pareja ponga los límites necesarios para no sobrepasar sus posibilidades. También hay que señalar que si bien el pololeo es una etapa en la relación de pareja que permite ir haciendo un camino de conocimiento mutuo y de ir profundizando progresivamente en la intimidad y en el amor, ello no implica que no se deban poner límites a las expresiones de afecto más íntimas. El decidirse a no tener relaciones sexuales durante el pololeo no es un signo de quererse menos ni una falta de compromiso con la relación.

Fuente: Jim Morin, Julia Marfán, Bernardita Icaza (1997). Conversemos de sexualidad. Un programa para padres, profesores y estudiantes. Editado por CIDE. 3ª edición. Santiago de Chile. pág 231.

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GUÍA 8
Situación 1

Marcela y José pololean desde hace varios meses. En el último tiempo han estado conversando sobre acostarse porque piensan que de esa manera podrán conocerse mejor y profundizar su relación de pareja. Marcela no está muy decidida a hacerlo porque tiene miedo de quedar embarazada. José está tratando de convencerla diciéndole: “Por una vez que lo hagamos no vas a quedar embarazada”.

Preguntas para el análisis

• ¿Cómo crees tú que se siente Marcela frente a la actitud de José?
• ¿Cómo se siente José ante la actitud de Marcela?
• ¿Qué opinas tú acerca de la respuesta de José?
• ¿Qué deberían hacer Marcela y José?
• ¿Qué harías tú en el caso de ellos?

Situación 2

Lucía y Esteban hace poco tiempo que “andan”. Las últimas veces en que han estado juntos han ido progresivamente aumentando los niveles de intimidad en las caricias. Esteban está confundido pues no está seguro si tener o no relaciones sexuales y no se atreve a hablar de ello con Lucía. Ella está preocupada porque cree que Esteban no quiere tener relaciones sexuales para no comprometerse más profundamente con ella.

Preguntas para el análisis

• ¿Qué piensan respecto de lo que Lucía piensa de Esteban?
• ¿Qué le responderían Uds. a Lucía?
• ¿Por qué creen Uds. que Esteban está confundido?
• ¿Qué le aconsejarían a Esteban?
• ¿Es posible comprometerse sin que necesariamente se deba llegar a tener relaciones sexuales?

Situación 3

Sergio y Teresa llevan algunos meses pololeando y han decidido comenzar a tener relaciones sexuales. Teresa le comenta a Sergio que ha escuchado decir a sus amigas que “hacerlo con condón le quita espontaneidad a la relación”. Él está preocupado pues no quiere comenzar a tener relaciones sexuales sin tomar medidas de prevención y quiere hablar de ello con Teresa, pero no se atreve pues tiene miedo que Teresa piense que él no confía en ella.
Preguntas para el análisis

• ¿Qué piensan respecto de lo que las amigas de Teresa dicen sobre el uso del condón?
• ¿Qué le responderían Uds. a Teresa?
• ¿Por qué creen Uds. que Sergio no se atreve a hablar con Teresa?
• ¿Qué opinan de comenzar a tener relaciones sexuales sin medidas de prevención?
• ¿Qué le aconsejarían a Sergio? ¿Y a Teresa?

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GUÍA 9

La sexualidad y tus decisiones

No es simple que tomes una decisión acerca de la expresión de tu sexualidad. Es importante que tomes conciencia de que una serie de fuerzas o razones que sólo tú podrás evaluar están presentes cuando te enfrentas a tomar dicha decisión:

* tus impulsos sexuales son los que más te presionarán,
* los deseos de tu pareja también ejercerán una presión en ti,
* las normas y costumbres de tus padres y de tu familia podrán inclinarte hacia un determinado tipo de decisión,
* a veces tus amigos o amigas y las costumbres que ellos tienen, también te influirán,
* la sociedad, los medios de comunicación, la religión, también influirán en la conducta que decidas adoptar.
Estas razones, y otras, estarán presentes y cobrarán gran importancia cuando tengas que decidir si tener o no tener relaciones sexuales. Si en tu decisión no has considerado todas estas fuerzas y sólo te dejas llevar por tus impulsos, te expones a una serie de riesgos.

Si amas a alguien, no creas que es indispensable tener relaciones sexuales para expresar el amor. Del mismo modo, tener relaciones sexuales, no siempre es prueba de que existe amor.

Si tomas la decisión de postergar el inicio de las relaciones sexuales, estarás optando por la abstinencia. La abstinencia consiste en no tener relaciones sexuales. Esta es la única forma cien por ciento segura que tú tienes de prevenir el embarazo no deseado y las enfermedades de transmisión sexual. La abstinencia está al alcance de todos los jóvenes. Aún si una persona ha tenido relaciones sexuales en el pasado, puede decidirse a abstenerse de ellas en cualquier momento. Es importante que sepas que una persona o pareja que decide postergar las relaciones sexuales, puede tener una vida sexual sana y placentera.

Si tomas la decisión de comenzar a tener relaciones sexuales, puedes prevenir un embarazo a través del uso de métodos de planificación familiar (anticonceptivos o métodos naturales). Los métodos anticonceptivos son procedimientos utilizados por el hombre, la mujer o la pareja con la finalidad de evitar el embarazo; los métodos naturales de planificación familiar son métodos que permiten a la pareja reconocer sus períodos de fertilidad e infertilidad durante el ciclo menstrual.

Existen diversos métodos de planificación familiar. Es importante que acudas a consultar a un profesional de la salud para que te informes y te oriente respecto de cuáles son más indicados para ti y cómo debes usarlos. Las decisiones que adoptes respecto de tu vida sexual hoy día son especialmente relevantes para lograr llevar a cabo con éxito tu proyecto de vida.

Fuente: Alarcón, G. et alt (1996). ¿Cómo podemos prevenir el embarazo no deseado? Editado por APROFA. Impreso por Editorial Universitaria.

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GUÍA 10

Testimonios

Rosa María: “El 4 de Enero cumplí los 15. El José cumplió un año el Viernes. Cuando nació no sufrí nada. Justo yo estaba viviendo con el papá de él y yo me levanté y le dije “Ya, vámonos”, y él me dijo “¿A dónde?”, “P’al médico pues, porque estoy lista”. Me faltaba toalla nova y él fue a comprarla a la ESSO de San Pablo con Neptuno. Ahí estaba mi mamá con mi tío taxista. Así que me llevaron en taxi para el hospital. Mi papá no me pegó, pero le dijo al Pepe que tenía que responder porque yo era una niña de catorce años, que no sabía nada de la vida todavía. Así es que respondió y me llevó para su casa y vivíamos juntos. Él me compraba los útiles, la mochila, todo. Pero no quise seguir estudiando. Perdí todos los cuadernos. Llegué hasta quinto básico. No me gustaba porque me pasaban molestando los chiquillos…”.

Daniel: En el momento sentí miedo al futuro, yo decía “Hasta aquí llegó mi libertad, ahora todo va a cambiar para mí”. Eso fue lo primero que pensé. Típico pensamiento de joven. Se acabaron los amigos, las salidas, me van a poner a trabajar, típico miedo ese. Pero claro, eso fue lo primero, después dije “ Ya no importa, si total hecho está, y lo voy a tener que hacer no más”.

Carmen: Yo tengo 16 y Johnny tiene un año ocho meses. Mi embarazo lo tuve que ocultar para que nadie de mi familia supiera. Lo que pasa es que cuando me quedé embarazada del niño, la guatita no me crecía y me vinieron a notar el embarazo a los nueve meses. Me ponía bluejeans ajustados. Cuando supieron, tuve problemas con ellos. Mi papá me dijo: “¿De quién es la guagua?”, “El papá de la guagua se llama Jacob”, le dije yo. Y ahí me pegaron embarazada y me echaron a la calle. Estuve más de un mes en el COD*, me vine para acá y de lo que llevo en este Hogar me siento mamá feliz….”

*COD: Centro de Orientación y Diagnóstico dependiente del Ministerio de Justicia.

Fuentes:
- Madres niñas: posdata Publicación editada por el Departamento de Proyectos Especiales de Fundación América. Con la colaboración de Revista Paula, Cochrane Impresores. Santiago de Chile. 1997.
- José Olavarría y Rodrigo Parrini (1999).Los padres adolescentes/jóvenes. Editado por FLACSO y UNICEF. Santiago de Chile.
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GUÍA 11

Diferencias entre sexo y género

La teoría sexo-género introduce estos términos para diferenciar los componentes biológicos de los sicosociales y para poder explicar las razones de las diferencias entre los sexos a nivel de conductas, actitudes, personalidad, etc.

Cuando nos referimos a las personas utilizamos dos términos: hombre o mujer, mediante estas palabras calificamos a las personas en dos grandes grupos que tienen relación con su sexo. Sin embargo, los conceptos de hombre y mujer exceden el ámbito de la biología y van mucho más allá del sexo como característica biológica que diferencia a hembras y machos en la reproducción.

La identificación que se da entre el sexo, el género y la identidad psicosexual de los individuos es propia de la perspectiva innatista que busca determinar lo social por las propiedades genéticas de las personas. No obstante, de acuerdo a la posición culturalista no existe una relación directa entre estos tres niveles, porque así como se nace con un sexo que en principio va a determinar la identidad sexual de una persona, no se nace con un género.

Podemos considerar al género como una construcción cultural, un modelo de comportamiento que se impone a las personas en función de su sexo desde que nacen. El género femenino se asigna a las hembras y el género masculino a los machos. Pero el sistema sexo-género supone también la organización social en función del sexo, es decir, la asignación de roles domésticos y públicos según el sexo, los que se conoce como división sexual del trabajo.

Pese a que el sexo es el principal punto de referencia para la imposición del género, la relación entre sexo y género no debe ser analizada en términos mecánicos. No existe el determinismo en estos casos, ya que no todos los machos adoptan el modelo de comportamiento que se supone propio para el género masculino, así como tampoco todas las hembras siguen el patrón femenino ciento por ciento.
Por lo demás los modelos sociales de lo masculino y de lo femenino no son idénticos en todas las culturas ni en todas las épocas históricas, aunque poseen un sustrato común: la organización social en función del sexo.

Tomado de: Raquel Flores y Loreto Palacios (2000). Las relaciones de género. Investigaciones de Estudiantes de Bachillerato (USACH, Sernam).
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GUÍA 12
Hacia el encuentro del otro

La elección de un compañero es un acto en el que se encuentran dos personas, para quienes el futuro se convierte en el deseo de desarrollar un plan de vida común. Es un momento decisivo en la vida de un ser humano, ya que implica elegir a alguien con el cual se entrelazará el propio destino; implica optar por una nueva forma de vida. La elección es el fundamento para la formación de una familia; une a dos personas en una relación que es el núcleo alrededor del cual se desarrollará y crecerá la familia. Mientras más sólida sea esta relación, mayores posibilidades habrá de que pueda sostener y afirmar lo que sobre ella se construye.

A menudo, erróneamente, se piensa que la elección de pareja se relaciona con un momento preciso en la vida de dos personas, transformándose luego en un hecho consumado. En parte lo anterior es cierto, hay un momento en el cual la pareja se decide a compartir la vida y esto se experimenta como algo único y definitivo, mas éste no es independiente de lo que se ha vivido anteriormente ni de lo que se vivirá en el futuro. El elegir es fruto de toda la historia y experiencias de una persona. A su vez, en una relación de pareja que crece y se desarrolla, las personas van cambiando, como también la relación. Esto hace que la elección sea algo que se va actualizando a través del tiempo. Supone optar y comprometerse por y con el otro permanentemente a través del ciclo de vida de la pareja. De lo antes dicho se desprende que es necesario considerar la elección como un proceso, en el cual es importante la evaluación de lo que ha significado la vida en común y sus proyecciones para el futuro.

1. LA PREPARACIÓN PARA EL ENCUENTRO
Si bien la elección de pareja es el comienzo de una vida compartida, es también la culminación de aspectos significativos del desarrollo individual. A través del proceso de desarrollo, el individuo experimenta sus posibilidades de ser en relación con otros.
La primera experiencia de unión, de amor, de cada uno se realiza con la madre. Se inicia a partir de esta relación un largo proceso de crecimiento que implica dependencia y a la vez una necesaria separación que posibilitará el llegar a ser una persona psicológicamente única, íntegra y diferente, pero a la vez abierta y receptiva hacia los demás. Más tarde, a través del desarrollo de la intimidad de la pareja, se produce el proceso opuesto, en que dos llegan a configurar una unidad.

La preparación para el logro de esta intimidad y encuentro con el otro resulta particularmente importante en la edad juvenil. El joven trata de desarrollar aptitudes personales y sexuales para una vida de pareja. Vivirá una fase en que cambia de compañero con frecuencia, porque lo que importa no es tanto el otro como persona total, sino el demostrarse a sí mismo y a los demás su éxito en la conquista. Con esto consigue no sólo prestigio y admiración de sus pares, sino que aumenta su propia estima; descubre sus posibilidades de relación, es decir, lo que él significa para los demás y lo que él es capaz de dar en cuanto a cariño, comprensión, lealtad y compromiso; reconoce al mismo tiempo sus propios límites y aprende a conocerse más objetivamente. Pasa del egocentrismo a una percepción más realista de sí mismo, al tiempo que descubre en estas relaciones lo que el otro significa para él y lo que él es capaz de apreciar en el otro, que se ha transformado en un “tú” a quien se anhela y se desea conquistar.

Todas estas experiencias ayudan al joven a tomar decisiones que se convierten en definiciones más nítidas de sí mismo. El conocimiento de sí mismo a través del otro le permite asumir un rol como individuo sexual adulto que se concreta en la posibilidad de una elección de pareja definitiva.

Del mismo modo anterior, experimentando el joven descubre otras dimensiones de su identidad y es así que al probar diversos roles de la vida adulta puede conciliar su concepto de sí mismo con el reconocimiento social, tornar decisiones vocacionales y hacer elecciones adecuadas a sus verdaderas posibilidades.

Por otro lado, cuestionando lo establecido y decantando su experiencia, el joven se forma una idea propia acerca de diversos aspectos de la vida; una postura que es independiente y autónoma de la de sus amigos, familia y sociedad. Afirmado en su nueva identidad logra separarse psicológicamente de su familia, lo que no significa dejar de mantener un compromiso afectivo con ella.
Este proceso permite al joven definir la identidad y la integración de una persona en las áreas afectiva, racional y social y le posibilita saber qué compañero elegir; elección que excluye otras posibles parejas, estableciendo así una relación de intimidad en la que puede mostrarse sin temor, ya que con la pareja probablemente comparte valores, intereses y formas de enfrentar la vida además de los sentimientos de amor y ternura.

Sin embargo, la elección de pareja no siempre se produce, cuando el individuo ha logrado una autoconfiguración que se concreta en una identidad integrada. La unión puede ocurrir en etapas anteriores, lo que señalará y determinará diferentes posibilidades de crecimiento y satisfacción de la pareja y la familia. Es cierto que existe la posibilidad de cambio y que una relación que comienza débil puede crecer y desarrollarse, sin embargo, el comienzo puede llegar a marcar fuertemente la relación. El grado de desarrollo personal también es importante porque de él se deduce la capacidad de amar del individuo y el tipo de amor que es capaz de experimentar.
2. LA IMPORTANCIA DEL AMOR
2.1. EL AMOR ROMÁNTICO
El amor romántico es emocional, impulsivo, intenso y con gran fuerza dinámica; es algo que ocurre y que el sujeto no puede evitar, “pasó, me enamoré”.

§ “El enamorado siente una atracción irresistible por el otro. Algo externo, un “no sé qué”, algo en la manera de hablar, de reír del ser amado provoca intensas emociones, siente que no puede vivir sin él; se le desea y se le teme.
§ Este tipo de amor es autorreferente. El enamorado no ve al otro, sino que se ve a sí mismo en el otro.
§ Este tipo de amor se da en las personas dependientes, que se sienten incompletas. Personas que ven la relación como un alivio frente al aislamiento; existe en ellas la ilusión de ser “uno” completo a través del otro. El enamorado usa al otro, tratando de tomar de él lo que le falta. Es por eso que busca la fusión en la cual el “nosotros” anula el “tú” y “yo”.
§ Este tipo de amor es propio de los adolescentes que están tan centrados en sí mismos y en la búsqueda de su propia individualidad, que no pueden ver al otro sino a través de sus propias necesidades. Un sentimiento que se ve reforzado por la idealización y el asumir posiciones extremas de “todo o nada” que son facetas tan propias de esta etapa del desarrollo.

Pero también experimentan el amor “romántico” adultos inmaduros cuyo desarrollo no ha superado la etapa del egocentrismo, aun cuando pueden haber logrado definir su identidad en algún área, como por ejemplo en el plano laboral. La propia identidad carece de la solidez necesaria.

Efectivamente, en nuestra cultura existe el mito del amor romántico. De alguna manera se nos enseña que ese es “el” amor. Se piensa que no hay amor cuando se acaba la pasión, la excitación, el deseo de poseer al otro, ya que éstos constituyen para muchos los signos distintivos de su presencia. Si ellos se aplacan, la relación deja de tener sentido. Por otra parte, la educación en los roles sexuales está orientada a desarrollar la limitación y la dependencia. Hombre y mujer van negando aspectos de sí mismos, de tal forma que para ser “uno” tienen que complementarse con el otro. Es cierto que durante los últimos años la situación ha tendido a hacerse menos rígida en este sentido, sin embargo, aún subsiste muy arraigada la valoración de los papeles diferenciados. Más aun, el machismo muy exacerbado en ciertos sectores sociales consagra la posesión del hombre sobre la mujer y la dependencia de ella.

Por último, muchos procesos amorosos se ven detenidos al nivel del amor romántico, porque las personas hacen suyas una serie de costumbres y valores sociales, particularmente de la sociedad urbana. Es así como el individualismo, la desconfianza, la competencia, el énfasis en el tener, la importancia asignada a lo externo, al poder y la dominación, la rapidez con que se vive, no dan lugar para compartir, para sacarse las máscaras, para “ser”, para compenetrarse consigo mismo y con el otro y darse tiempo para trabajar la relación, requisitos fundamentales para el desarrollo de un amor maduro.

2.2. EL AMOR MADURO
El amor maduro es un proceso, no un suceso; es algo que se crea, no algo que se dé solo. Al enamorarse dos personas se produce un estado de armonía que hace que el estar juntos parezca perfecto. Pero este estado de perfecta unidad no dura para siempre. El enamorado ve en un comienzo sólo algunos aspectos del ser amado, pero poco a poco va conociendo de él otras facetas, no siempre positivas.

El amor maduro es un sentimiento estable, reflexivo y profundo. Es un amor activo que proviene de la interioridad del individuo, que siente en sí la capacidad de transformar el mundo; impulsa, permite crecer, motiva a seguir viviendo y da sentido a la vida. Es trascendente, altruista, abierto a los intereses y deseos del otro, a quien acoge, respeta y aprecia en su individualidad única. Es responsable y tierno y le interesa que todo lo del otro se desarrolle. En él, el contacto físico se ve caracterizado por el afecto, la calidez y la cercanía; no hay opresión, sino consenso.

En la relación existe una mutua estimulación y apoyo que se cultiva a través de la comunicación abierta y recíproca. Hay una identificación total sin pérdida de la propia individualidad; existe un “tú”, un “yo” y un “nosotros” que se nutren mutuamente. La relación no se encierra en sí misma sino que es abierta a otros.
Este tipo de amor es el amor de las personas autónomas, con una identidad integrada, en que uno no depende del otro para su autodefinición. En él, la unión es el fruto del ser de dos personas diferentes y completas, separadas, pero en contacto.

Estas personas habitualmente han logrado una confianza básica en las etapas tempranas de su vida que les ha permitido superar las etapas siguientes. Han sido reconocidas y amadas, viviendo en un ambiente en que se valora la solidaridad y el compartir en un medio de respeto entre unos y otros.

El amor es un camino en que el desarrollo personal y de la intimidad de la pareja se nutren mutuamente para aproximarse cada vez más al amor maduro, que va calando poco a poco, de manera crecientemente más profunda, permitiendo una relación de pareja más completa.

3. ¿POR QUÉ SE ELIGE?
3.1. MOTIVACIONES PARA LA ELECCIÓN
Las motivaciones para la elección de un cónyuge son muchas veces difíciles de definir y explicar. En grandes líneas se podría decir que dos personas se eligen desde “porque están enamoradas” hasta “porque les conviene”.

El estar enamorado es en gran parte ajeno a la actividad racional. En la atracción que se produce entre dos personas hay un “algo” oculto que actúa como radar y que solamente lo perciben las personas afectadas. Esta fuerza poderosa produce el “click” emocional que llamamos “química”. Una atracción profunda que tiende a ser un proceso inconsciente donde juegan un papel fundamental las propias inseguridades básicas, producto de las deficiencias, carencias y traumas de la historia vital de las personas, que las llevan a ubicarse en una determinada posición y a valorar la posición opuesta.

La atracción amorosa, por otro lado, también está regulada por procesos menos profundos, producto de la historia de socialización de las personas. Este sentirse emocionado puede estar basado en cualidades más superficiales, que corresponden a algo que la sociedad ha enseñado a valorar y que son cualidades más externas, aparentes, evidentes. Estos factores provenientes del proceso de socialización también pueden tener un componente inconsciente en mayor o menor grado, ya que muchos de ellos pueden corresponder a valores que se han incorporado en la persona aun cuando ella puede no haberlos procesado por sí misma.

Aun cuando los procesos inconscientes pueden designar a quien se ama, se requiere de la actividad racional para poder juzgar acertadamente con quién se podrá vivir en armonía. En este sentido, a pesar de que el proceso de elección se basa principalmente en procesos inconscientes, el juicio consciente interviene después, apreciando de manera lógica las posibilidades de éxito o fracaso de la elección. Lo que evalúa este proceso “racional consciente” puede ser el grado de acuerdo en costumbres, valores, metas e ideales, en la forma de enfrentar los problemas, la concordancia en la apreciación del mundo, la religión, la familia..., de modo que existan bases para una convivencia en armonía. Es especialmente en esta etapa cuando cobra importancia la presión de las familias de origen, las que con sus actitudes pueden empañar la atracción inicial. Se puede concluir entonces que la elección de pareja puede considerar la dimensión puramente emocional o afectiva, la emocional complementada con la racional y aquella puramente racional.

3.2. PROCESOS INCONSCIENTES
La atracción amorosa depende, entre otras cosas, de procesos inconscientes, donde las inseguridades básicas producto de deficiencias, carencias y traumas infantiles son elementos dinámicos y activos. Estos sentimientos dolorosos y deseos insatisfechos relacionados con la añoranza de otro ser, tienden a influir en las relaciones humanas de la vida real y en forma muy especial, en las relaciones que impliquen una ligazón emocional fuerte. Al proyectarse en el otro, las personas atribuyen a él sentimientos, deseos y añoranzas que les son propios. Este mecanismo puede ser la base de la elección original de pareja, al escoger una persona que está disponible y que actúe naturalmente o acepte actuar, al menos parcialmente, aquello que el otro desea proyectar. Las impresiones tales como “él parece tan seguro de sí mismo”, “es una persona de principios”, “ella siempre consigue lo que quiere de los demás”, podrían ser claves de deseos y añoranzas secretas, de partes de sí mismo no desarrolladas, que pueden influir de manera decisiva en el desarrollo de una relación estable. El elegir una pareja es, en este sentido, encontrar a un otro que pueda suplir lo que a la persona le falta, es encontrar por lo tanto un complemento. Es así que este proceso se llama complementariedad y siempre conlleva una condición de opuestos.

3.3. COMPLEMENTARIEDAD POSITIVA Y NEGATIVA
En las relaciones donde se da una complementariedad positiva, cada miembro es capaz de contactar en el otro aquellos aspectos de sí mismo que no ha desarrollado; la imputación que se pueda hacer en el otro, de aspectos o sentimientos propios no aceptados, ayuda a reconocer aspectos desconocidos de sí mismo. El experimentar estas facetas como parte de la persona querida permite disminuir la ansiedad que antes se producía, pudiendo aparecer como aspectos aceptables que incluso pueden llegar a ser incorporados como propios (67). Existe una actitud de apertura, de querer comprender, y el hecho de tener el mismo problema hace que ambos se puedan entender mejor.

La relación que se basa en una complementariedad negativa atrapa a la pareja en un círculo vicioso; cada uno enfatiza las imperfecciones del otro, tratando que el otro se le asemeje.
La persona que proyecta en el otro aspectos atemorizantes de sí misma por ejemplo, agresión, depresión pueden llegar a separarse más y más de ellos, forzando así al compañero a expresarlos cada vez de manera más intensa. No logra reconocer estos aspectos como parte de sí, sino que ellos le son cada vez más inaceptables, le producen más y más temor, lo que lleva a la necesidad de atribuirlos con mayor intensidad al otro. Esto hace que las personas queden atrapadas en su modo de ser y no se permitan el cambio; buscando que el otro cambie, se empujan así mutuamente hacia los extremos, creando imágenes polarizadas de cada uno. Se torturan mutuamente, tratando cada uno que el otro solucione el problema que ellos mismos tienen.

En una relación de pareja nunca se dan los extremos de complementariedad positiva o negativa. En toda relación se presentan elementos de ambas. Mientras más desarrollada esté la persona con respecto al conocimiento de sí misma y mientras mayor sea su grado de madurez emocional, más posibilidad habrá de que el encuentro con otro se transforme en una relación de “canje”, que se complemente positivamente, aun cuando puedan existir aspectos en los que el ajuste no se produzca. Esta relación se establece fundamentalmente sobre la base de dar y no de tomar del otro. La persona que se encuentra plena, que se siente satisfecha consigo misma, siente la necesidad de compartir esto con otro, pero el compartir y dar no se orienta primariamente a recibir. El dar es gratificante, lleva al otro a que también sea un dador y ambos puedan gozar de una experiencia común y enriquecedora.

Por otro lado, la relación tenderá a complementarse en forma negativa en personas menos desarrolladas, con un débil concepto de sí mismas, con un mayor grado de inmadurez emocional. Estas personas probablemente han sufrido carencias e insatisfacciones muy fuertes en etapas de su desarrollo y particularmente en las etapas de su vida temprana.

3.4. ¿CÓMO SE ELIGE?
A pesar de que se ha dicho que actualmente la elección recae “solamente” en las decisiones de la pareja, se podría decir que esta afirmación es cuestionable, por diversas limitaciones que restringen la elección.

§ por un lado el fuerte peso de la socialización, lo que influye en algunos al limitarlos a escoger a un determinado tipo de hombre o mujer, señalados como atractivos por su grupo.
§ Tendencia a elegir a partir de los patrones transmitidos por los padres acerca de lo que “debe y no debe” gustarle en una pareja. De esta forma, éste tiende a elegir de acuerdo a esos patrones.
§ La definición del papel de la mujer en la elección. Al hombre se lo ha incentivado a una conducta activa de acercamiento sexual, en cambio a la mujer se le ha reforzado una conducta más pasiva. La mujer ha estado limitada a ser elegida, el hombre en cambio ha podido elegir.

4. LOS PASOS HACIA EL VERDADERO COMPROMISO
Previo a una elección de pareja definitiva, hay un período en el cual es común que la mayoría de los jóvenes establezcan relaciones efímeras, donde se manifiesta una idealización inicial que da paso rápidamente a la desilusión o el desinterés. Estas mismas experiencias le permitirán más tarde establecer relaciones más duraderas.

También la relación con la pareja definitiva pasa por varias etapas: el descubrirse y sentirse atraídos; el vivir un proceso de conocimiento en que se empieza a compartir actividades en común y en que uno y otro comienzan a dejar entrever su intimidad; la culminación del proceso para ambos es la decisión de realizar un compromiso de unir sus vidas y de formar una familia. Esta última es la etapa de noviazgo o de preparación para el matrimonio con la persona que se ha elegido. La proximidad del matrimonio los lleva a centrarse en las expectativas de su vida de pareja.

El conocimiento de sí mismo y el conocimiento del otro a través de un proceso de relación, les permite hacer una evaluación de las posibilidades de éxito, de felicidad o de satisfacción matrimonial con su pareja. Por otra parte, significa también que cada uno evalúe sus capacidades para enfrentar el matrimonio, preguntándose si será capaz de mantener económicamente una familia; si podrá cuidar de su casa y de sus hijos.

Fuente: Elsner P. y otros (1993). La familia una aventura. Ediciones Universidad Católica de Chile. 4ª edición.
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GUÍA 13
Mitos y realidades sobre la sexualidad

• La mujer nunca queda embarazada en la primera relación sexual.
Mito: este es uno de los mitos más comunes y perniciosos que lleva a los adolescentes a cometer muchos errores. Si durante la relación sexual la mujer está fértil, puede producirse el embarazo sin importar que sea la primera, la segunda o la última relación sexual.

• El tener relaciones sexuales de pie impide el embarazo.
Mito: este es otro mito frecuente. La posición en que se tenga la relación sexual no afecta las posibilidades de no embarazarse. Basta que la mujer esté en su período fértil para que la posibilidad de embarazarse si tiene relaciones sexuales esté presente.

• Los varones, para ser más hombres, necesitan tener muchas relaciones sexuales.
Mito: la hombría no está dada por la cantidad de veces que se ha acostado con una mujer, ni por la cantidad de mujeres que tenga “disponible”. La hombría se mide por la responsabilidad y respeto con que el hombre vive su sexualidad, reconociendo en ella un valor y logrando una actitud de cuidado y valoración de ella. Un “verdadero hombre” es quien es capaz de respetar a la mujer y respetarse a sí mismo entendiendo la relación sexual como un acto de intimidad, amor y respeto mutuo.

• A las mujeres que han tenido relaciones sexuales se les arquean las piernas.
Mito: el haber tenido relaciones sexuales no provoca ningún cambio físico en la mujer, ni en el hombre. Por lo tanto no es posible “saber” si una mujer ha tenido o no relaciones sexuales a través de su estructura física.

• Los hombres pueden expresar sus emociones y afectos frente a los demás.
Realidad: los hombres no sólo tienen el derecho, sino que son capaces de expresar y manifestar sus emociones y afectos con naturalidad. Ellos, al igual que las mujeres, tienen la capacidad de ser sensibles y afectuosos. Muchas veces ellos reciben mensajes de la familia, la escuela, los medios de comunicación, que les impiden desarrollar esta capacidad. Es necesario superar estos mensajes para poder desarrollar todas las capacidades que tienen como seres humanos.

• El lavado vaginal después de la relación sexual es un método eficaz para evitar el embarazo.
Mito: el lavarse después de haber tenido relaciones sexuales o el tomar agüitas de hierba, no evita la posibilidad de que ocurra un embarazo. Los métodos efectivos para evitar el embarazo se basan en datos y técnicas científicamente probadas y que la pareja debe conocer antes de tener la relación sexual.

• Cuidarse “por las fechas” (método del calendario) no es recomendable para evitar el embarazo.
Realidad: dado que la mujer puede tener ciclos más largos o más cortos, el cuidarse por las fechas se considera muy arriesgado pues ella no puede anticipar si su ciclo va a ser regular y exacto de 28 días. Cualquier variación en él, echa por tierra todos los cálculos de fechas que se hayan podido hacer.

• Durante la menstruación la mujer no debe practicar deportes, o lavarse el pelo, porque si lo hace se le puede cortar la regla.
Mito: durante su menstruación, o regla, la mujer puede realizar todas las actividades que desee en forma normal y natural. Los cuidados que ella deberá tener tienen que ver con mantener su higiene personal, por lo que el bañarse, lavarse el pelo, etc. Durante la regla son acciones recomendadas. Sólo en caso de que sienta molestias específicas, puede disminuir la actividad deportiva y tomar algún analgésico.

• Las eyaculaciones o emisiones nocturnas son absolutamente normales en los varones.
Realidad: a partir del fin de la pubertad (13-14 años aproximadamente) es natural que los muchachos tengan eyaculaciones espontáneas durante los sueños. Esto es un signo que habla de la maduración sexual-biológica que están experimentando. Esta experiencia se relaciona con el inicio de la menstruación, en la caso de las muchachas. Ambas situaciones indican que muchachos y muchachas han logrado un desarrollo biológico que les da la capacidad de reproducirse. Sin embargo, cabe aclarar que la capacidad para hacerse responsables de poder procrear no se limita sólo a lo biológico, sino que requiere de una maduración psicológica, social y valórica, que permita asumir la responsabilidad que implica la maternidad y paternidad.

• La falta de himen en la mujer es la prueba de que ella ya no es virgen.
Mito: el himen es una membrana muy delgada y frágil que se encuentra a la entrada de la vagina de la mujer. El que una mujer no lo tenga o se le haya perforado no es un signo de que ella ya haya tenido relaciones sexuales. Un ejercicio físico, una maniobra brusca o un accidente pueden hacer que se rompa; también hay mujeres que tienen el himen perforado desde su nacimiento y nunca han tenido relaciones sexuales. La mujer debe valorar y cuidar su sexualidad más allá de los mitos que existan en torno a ella.

• Si la mujer no sangra en su primera relación sexual, quiere decir que no es virgen.
Mito: el sangrado durante la primera relación sexual tampoco es un signo de virginidad. Si ha habido una buena estimulación y lubricación vaginal en los momentos previos a la penetración, no tendría por qué haber sangrado ni dolor de ningún tipo. Esto podría llegar a ocurrir cuando no ha habido una buena preparación y estimulación, produciéndose algún tipo de sangrado o dolor producto del roce o de la tensión con que se esté viviendo la relación sexual.

• El embarazo precoz afecta la posibilidad de los adolescentes de mejorar sus condiciones educativa, económica y social.
Realidad: está comprobado que un embarazo durante la adolescencia afecta las posibilidades de que la mujer, y el varón cuando lo asume, logre desarrollar todas sus potencialidades en el ámbito de lo educativo, del desarrollo social y su capacidad para lograr la independencia económica. Ello implica la interrupción de un proceso de crecimiento y desarrollo y el poder proyectarse en la vida, poniéndose metas, apropiadas a la edad, que les permitan realizarse en la vida adulta. Está claro que, desde todo punto de vista, no es recomendable la experiencia de un embarazo durante la adolescencia, sin embargo, si ello ocurre se deberá velar por acoger la vida del niño o niña que está por nacer y procurar que los padres adolescentes cuenten con el apoyo económico y afectivo para poder asumir con responsabilidad su maternidad y paternidad.

• Es común que durante la adolescencia se acceda a “dar la prueba de amor”, por miedo a ser abandonados por la pareja.
Realidad: con frecuencia los adolescentes declaran haber tenido relaciones sexuales porque “si no lo hacía mi pareja me dejaría”, o bien porque los demás iban a pensar de que no era suficientemente hombre o mujer, o porque todos en el grupo lo han hecho “y no podía quedarme atrás”. Todas estas son ideas que lejos de permitir que los adolescentes puedan valorar y vivir su sexualidad de forma integral, los empujan a responder a los miedos y las presiones de otros. Lo recomendable es que ellos puedan vivir la sexualidad en la pareja dentro de un proceso de conocimiento y comunicación mutua sobre las inquietudes, las sensaciones y expresiones del cariño y amor que se tienen, junto con sus valores y decisiones sobre cómo enfrentar el tema de las relaciones sexuales.

• Todo contacto físico con la pareja lleva necesariamente a la relación sexual.
Mito: el contacto físico es algo esencial entre los seres humanos. Besarse, abrazarse, etc. Forman parte de la relación normal de cualquier pareja y no necesariamente es provocador de una relación sexual. La posibilidad de tener una relación sexual está dada por la intención o deseo de uno o ambos miembros de la pareja, cuando se da un ambiente más íntimo que propicia el deseo sexual. Si la pareja es consciente de ello, podrá darse cuenta de cuáles son los momentos, lugares o situaciones en que ellos están más proclives a que se dé la relación sexual, y cuáles no. De esta manera podrán manejar la situación.

• El embarazarse no sirve para mejorar la relación de pareja.
Realidad: muchas veces las adolescentes creen que si se embarazan el pololo no las va a dejar, o va a ser más cariñoso y atento con ellas, etc. La verdad es que no es a través de un embarazo que la relación vaya a mejorar o se puedan conseguir los cambios que se desean en el otro. Para ello se necesita que la pareja converse acerca de sus necesidades de afecto, de las formas de demostrarse el cariño y enfrente las dificultades que pueda estar viviendo, aún si esto lleve a terminar el pololeo. En este caso, el embarazo, lejos de unir a la pareja, puede transformarse en una situación de angustia y dolor que provoque el efecto que se desea evitar, e involucre injustamente a un tercero –el hijo o hija que estaría por venir- en un ambiente de sufrimiento y tensión.

• El VIH-SIDA se contagia sólo si se tiene relaciones sexuales con homosexuales o prostitutas.
Mito: cualquier persona que sea portadora del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) lo puede transmitir a otra a través de la relación sexual, a través del intercambio de sangre por medio de una jeringa que contiene sangre de un portador o portadora, a través de la placenta de la madre portadora, etc. La posibilidad de transmitir el virus no tiene que ver ni con la condición social, la situación económica, la orientación sexual u otro; basta que la persona tenga alguna práctica de riesgo para que ello pueda ocurrir.

• Hoy en día hombres y mujeres pueden compartir las tareas domésticas y fuera del hogar.
Realidad: hombres y mujeres somos diferentes en cuanto a características físicas y biológicas: el cuerpo, el embarazo, algunas características de la personalidad, etc., Pero no nos diferenciamos en cuanto a lo que somos capaces de hacer. Una de las capacidades y desafíos más fascinantes del ser hombre y mujer tiene que ver con el poder complementarnos. Por lo tanto en la vida cotidiana, en el quehacer diario hombres y mujeres podemos asumir distintas tareas de manera conjunta y en un espíritu de mutua colaboración. El que los varones realicen tareas domésticas no los hace menos hombrecitos; en ese mismo sentido, el que las mujeres tengan puestos de trabajo directivos o realicen labores que tradicionalmente han sido asignadas a los hombres, no las hace menos femeninas.

Fuente: Julia Marfán (2000) Manual de educadores juveniles. Ediciones CIDE.
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GUÍA 14
Datos sobre primera relación sexual en jóvenes de la Región Metropolitana (1997)

Cuadro 1
Uso de métodos anticonceptivos en la primera relación sexual por sexo de el o la adolescente de 14 a 20 años. Región Metropolitana, 1997.
(Sub muestra "Sí ha tenido relaciones sexuales" = 439)

Fuente: Lavín F.; Lavín, P.; Vivanco, S. Estudio de conducta sexual en los/las adolescentes de la región Metropolitana, urbano/Rural. 1997.

Cuadro 2
"Razones por las que no usaron anticonceptivos en la primera relación sexual ". Por edad en jóvenes del Gran Santiago según sexo (1988).
Pulse sobre las tablas para ampliar.

* El total incluye 3 casos de mujeres y 1 caso de hombre que no saben la edad de su primera relación sexual.
Fuente: Valenzuela, M.S. et al ; Encuesta sobre salud reproductiva en adultos jóvenes, 1988. Encuesta a jóvenes de 15 a 24 años del área urbana del gran Santiago. N mujeres: 865 y N hombres: 800.
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GUÍA 15
Resistiendo a la presión del medio: estrategias asertivas

Algunos adolescentes, tanto hombres como mujeres, manifiestan que llegaron a tener relaciones sexuales por presión externa: invitación directa de amigos o sugerencia de la pareja. Por ello, es preciso desarrollar estilos de conducta que favorezcan la autonomía personal. Las estrategias asertivas son muy necesarias para desenvolverse libremente en la vida, cualquiera sea el área en que se deban tomar decisiones.

Asertividad es la capacidad de poner límites y de mantenerlos. Es un estilo de comportamiento que nos permite actuar pensando en nuestro propio bienestar, en forma firme y decidida, ejerciendo nuestros derechos y respetando a la vez los derechos de los demás. Implica decir SI a aquello que queremos y ser capaz de decir NO a lo que no nos parece. No es asertiva una persona que no se siente cómoda diciendo “no” y opta en cambio, por “irse por la tangente” mediante evasivas tales como: “Mira, … no sé…mejor después te contesto” o “… a lo mejor.. quizás, pero….”.

Uno de los aspectos importantes de considerar cuando se habla de asertividad es que los seres humanos no nos comportamos de manera idéntica en todas las circunstancias. Así, hay personas a las que les cuesta actuar en forma asertiva en algunas situaciones específicas. Por ejemplo, habrá jóvenes que se comportan muy asertivamente con su hermano menor, pero muy poco asertivamente con los amigos o el pololo o profesores. Por lo tanto hay que estar atento y observar en qué áreas y con qué personas tiene uno que trabajar la asertividad.

Hay gente que confunde la asertividad con la agresividad o con ser rudo o grosero. Una persona asertiva es respetuosa de los sentimientos ajenos; sin embargo, es capaz de poner límites entre los deseos del otro y la propia voluntad, entre lo que los otros sugieren y lo que piensa que es lo correcto. Es capaz de decir “sí” o “no” con firmeza y sin agredir y sin ofender al otro.

Fuente: Mónica Silva R. (1996) Sexualidad y adolescencia, Tópicos en Psicología. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile. págs. 53-54.

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GUÍA 16
Frases hechas... y posibles respuestas

• No puedes quedar embarazada la primera vez.
Una vez es suficiente para que me pase.
• ¿No estarás pensando que tengo alguna enfermedad, no?
Esto no es una broma. No quiero quedar embarazada ni contraer alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS).
• Vamos. Ya no eres ningún niñito...
Mira, de verdad no pienso tener relaciones sexuales hasta que no sea mayor.
• Pero nosotros somos más que amigos. ¡Yo te amo!
Yo también te quiero, pero preferiría esperar.
• ¡Vamos! Tómate un trago y verás cómo te decides...
¡No necesito un trago! Simplemente no quiero tener relaciones sexuales.
• Nadie lo va a saber...
No. Pero yo sí lo sabré...
• Mira que ya no me puedo aguantar más. Será mejor que te decidas...
No puedo darte una respuesta bajo presión. Me voy y cuando estés más calmada(o) te digo lo que pienso.
• Oye, quizás no vuelvas a tener una oportunidad como esta...
No sé. Pero no voy a arriesgarme ahora.
• Todo el mundo lo está haciendo.
Yo confío en mí y no quiero tener relaciones sexuales. Además, yo sé que no todo el mundo las tiene.

Fuente: OPS-OMS-UNESCO, 1995 Educación en salud en las escuelas para prevenir el SIDA y las ETS. Guía del profesor y Cuaderno de Actividades de los estudiantes. Página 32.